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Los niños, las niñas y los jóvenes son los más afectados por la violencia. Los vemos en las noticias, en las escuelas, en las calles, en los hospitales siendo portadores de las marcas de la violencia. Pero cuando tratamos de entender qué está pasando, la deducción es simple: las causas de la violencia están precisamente en los derechos que no se les respetan. Es que los niños, niñas y jóvenes son también los que más sufren la vulneración de derechos políticos, sociales y culturales. Son hechos de violencia ya casi naturalizados y encubiertos bajo la fachada de gestos de protección. Se muestran en su verdadera dimensión cuando los niños se “descarrilan”, abandonan lo que la sociedad les permite como correcto. Entonces, se blanquea la matemática del castigo ejemplificador. La emancipación de niños, niñas y jóvenes comienza por dejar de controlarlos para que puedan constituirse en sujetos de derechos. Es la ruptura de la lógica tutelar la que les devolverá su condición plena de personas. Y la participación en el entendimiento de los problemas que los afectan y la búsqueda de respuestas, es el camino hacia la nueva condición formalmente reconocida pero pocas veces permitida. Pero también la participación puede ser una forma de control. Por eso corresponde preguntarnos qué tipo de participación estamos dispuestos a permitir y qué tipo de participación los libera de los corsé para dejarlos ser sujetos de derecho. Así estaremos también cortando el ciclo de la violencia. El uso de armas de fuego aumenta la letalidad de la violencia. Lógicamente, los más afectados son los más expuestos a la violencia. Las estadísticas demuestran que niños, niñas y jóvenes son los que más mueren, resultan heridos o lisiados por las balas. La gravedad se vuelve espeluznante cuando están involucrados en grupos armados criminales o militares. Esta evidencia lleva a que se diseñen y desarrollen proyectos que buscan advertir sobre la amenaza de las armas de fuego. Van desde canje de juguetes bélicos hasta avisos publicitarios. Como el público objetivo son los niños, ellos aparecen participando. Pero las dudas surgen respecto al tipo de participación. Si el objetivo es romper la lógica tutelar involucrándolos en un pleno empoderamiento de sus derechos, es oportuno entonces revisar y diseñar proyectos de participación. Qué puede ser mejor que los mismos niños participen en el diseño de proyectos de desarme y sensibilización. Respondiendo a estas inquietudes, se propone en las próximas páginas una revisión del concepto de participación, una aproximación a la problemática de la violencia armada, una revisión de los distintos proyectos de desarme, y una guía de proyectos diseñada por y para niños.