Enviado por Jesica el
5 de marzo de 2016 - La Relatoría sobre los Derechos de la Niñez de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) saluda los avances logrados en los 10 años que transcurrieron desde la publicación del Estudio del Secretario General de las Naciones Unidas sobre la Violencia contra los Niños y exhorta a los Estados de la región a redoblar sus esfuerzos para prevenir la violencia contra la niñez y a renovar su compromiso con el cumplimiento de las recomendaciones contenidas en el mismo.
El estudio representó el primer análisis exhaustivo y de conjunto llevado a cabo por las Naciones Unidas a nivel mundial sobre todas las formas de violencia contra niños, niñas y adolescentes y marcó un hito debido a las evidencias que logró recopilar sobre la prevalencia del fenómeno y sus diversas manifestaciones. De modo destacado, la publicación del estudio contribuyó a visibilizar un fenómeno que, si bien era conocido, en muchos aspectos existía poca información y conocimiento. El proceso para su elaboración además generó una amplia sensibilización sobre la temática en actores estatales, de la sociedad civil, en la academia, entre líderes sociales y en los propios niños, niñas y adolescentes, que contribuyó a que se produjeran avances en diversos países en esta materia.
A pesar de la existencia de desarrollos prometedores en este campo, la Relatoría alerta sobre la necesidad de seguir profundizando en las modificaciones legislativas, las políticas, las prácticas y los programas y servicios para prevenir la violencia y proteger a las víctimas. La violencia está presente en todos los ámbitos en los cuales se desarrollan los niños, niñas y adolescentes –en la familia, la escuela, la comunidad, en los sistemas de atención social y en los sistemas judiciales y penitenciarios-, y frecuentemente está socialmente tolerada por ejemplo en nombre de la “disciplina” o contra determinados grupos de niños, niñas y adolescentes debido a su origen o condición social.
La CIDH, en su Informe sobre el castigo corporal y los derechos humanos de las niñas, niños y adolescentes en las Américas, encontró que esta forma de violencia es una de las más extendidas en la región además de estar autorizada en la normativa de varios Estados como una potestad de los padres en el proceso de crianza de los hijos. Las evidencias revelan que la violencia tiene efectos dañinos y duraderos en el desarrollo de los niños, en su integridad personal y salud, contribuyendo a reproducir una cultura en la que la violencia se presenta como un medio aceptado para resolver las discrepancias o para imponerse a los otros.
La CIDH también ha llamado la atención repetidamente sobre las frecuentes situaciones de abuso y malos tratos de las que son víctimas los niños, niñas y adolescentes de determinados sectores sociales y origen étnico por parte de agentes del Estado en el marco de acciones de seguridad ciudadana así como respecto a los preocupantes niveles de violencia a los que se ven sometidos los adolescentes privados de libertad. En los contextos de inseguridad y delincuencia los niños, niñas y adolescentes son además víctimas de situaciones de abuso, violencia y explotación cuando son utilizados por grupos criminales para sus actividades delictivas.
Por otro lado, las niñas y las adolescentes representan las principales víctimas de la violencia de carácter sexual, existiendo alarmantes índices de prevalencia de esta forma de violencia en la región, pero bajos niveles de denuncia y elevado grado de impunidad. La violencia sexual supone graves vulneraciones a la integridad personal de las víctimas exponiéndolas además a embarazos no deseados y a enfermedades de transmisión sexual. Existe por otra parte un estigma hacia las víctimas a quienes en ocasiones se les cuestiona su supuesta actuación “provocadora”. Muchas de las situaciones no son denunciadas por temor, debido a la cercanía del agresor con la víctima, y a la falta de apoyo a las niñas y las adolescentes víctimas.
Recientemente el acoso escolar y la violencia en la escuela han despertado considerable atención lo cual ha impulsado a que se adopten planes de prevención de la violencia en las escuelas y se implementen mecanismos de resolución pacífica de conflictos y de convivencia, desarrollos todos ellos positivos pero que deben ser profundizados. La violencia en este ámbito lleva asociados efectos negativos en el derecho a la educación del niño dado que impide el aprendizaje e incrementa los índices de ausentismo y deserción.
Determinados grupos de niños y niñas están más expuestos a la violencia, como los niños en situación de pobreza y los que viven en la calle, los pertenecientes a minorías étnicas, con discapacidad y los pertenecientes al colectivo LGBTI. En relación a ellos los Estados deberían extremar sus esfuerzos para superar las condiciones de exclusión social y discriminación hacia estos grupos y la violencia que se asocia a estas circunstancias. Así mismo, las nuevas tecnologías plantean nuevos retos en materia de protección de la niñez dado que a través de ellas se ejerce también la violencia en un ámbito que es relativamente nuevo y que requiere de mayor atención y esfuerzos de prevención.
Coincidiendo con el décimo aniversario del Estudio Mundial de las Naciones Unidas se presenta por la Oficina de la Representante Especial del Secretario General sobre la Violencia contra los Niños el “Movimiento Ya es Hora” que busca catalizar, acelerar y profundizar en los avances en la prevención de la violencia y las respuestas a la misma haciendo un llamado a la acción a un amplio abanico de actores. La Relatoría da la bienvenida y celebra esta iniciativa que considera muy pertinente en el momento actual y que se enmarca en los compromisos de los Estados contenidos en la Agenda de Desarrollo Sostenible para el 2030, además de reafirmar su compromiso de seguir colaborando con la oficina de la Representante Especial. La Relatoría reitera el mensaje contenido en el Estudio de las Naciones Unidas de que la violencia contra los niños y las niñas jamás es justificable y que toda violencia se puede prevenir, y emplaza a los Estados de la región a que adopten leyes que prohíban todas las formas de violencia contra la niñez, y además tomen medidas de carácter jurídico, político, administrativo, social y cultural que promuevan la prevención de la violencia y la protección de las víctimas.
La CIDH es un órgano principal y autónomo de la Organización de los Estados Americanos (OEA), cuyo mandato surge de la Carta de la OEA y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La Comisión Interamericana tiene el mandato de promover la observancia de los derechos humanos en la región y actúa como órgano consultivo de la OEA en la materia. La CIDH está integrada por siete miembros independientes que son elegidos por la Asamblea General de la OEA a título personal, y no representan sus países de origen o residencia.
No. 026/16