Carta de Norberto Liwski, miembro del Comité de los Derechos del Niño: reflexiones personales

Buenos Aires, 4 de Enero de 2007
 
 

Señores  CRIN

En los próximos días comenzará a sesionar el Comité de los Derechos del Niño en su 44º edición, siendo ésta la última de mi mandato iniciado en el año 2003 y para el que fuera elegido en el pleno de los 192 Estados Parte de la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño.

Si bien reconozco fundamentalmente en los niños, niñas y adolescentes del mundo y en especial de América Latina la fuente prioritaria de evaluación y análisis crítico de este período, como así mismo en las organizaciones de la sociedad civil, en las agencias del Sistema de Naciones Unidas e Interamericano comprometidos con sus derechos especialmente UNICEF e I.I.N. y en los propios representantes de los Estados; siento a su vez el deber ético de compartir algunas reflexiones personales sobre esta significativa experiencia.

En primer lugar deseo expresar la alta valoración por este Órgano de Tratado creado en virtud de la Convención sobre los Derechos del Niño y por la calidad humana y profesional de cada uno de sus miembros, con el inestimable apoyo de la Oficina de la Alta Comisionada de Derechos Humanos; interpretando que la tarea del Comité en estos primeros 16 años de existencia han permitido conocer muchas de sus potencialidades y advertir los fuertes desafíos que le aguardan de cara al futuro.

Desde el inicio de esta gestión colectiva, tuve la plena conciencia que la misma debía constituirse en un espacio a través del cual los mecanismos de verificación en el cumplimiento de la Convención, previstos en el propio Tratado, debían asumirse en el marco del solemne juramento que hemos prestado al iniciar el mandato. Honrar ésta función y realizarla con la mayor dignidad y participativamente se ha constituido en una permanente preocupación y objetivo de trabajo.

Aproximar el Comité a las realidades de los niños latinoamericanos, ha sido indisimuladamente uno de los mayores propósitos desde que asumí esta responsabilidad. Dentro de este objetivo se distingue la mayor cercanía, diálogo e interacción con los diferentes actores institucionales de la Región Latinoamericana. En este mismo sentido se inscribe la voluntad por abrir nuevos espacios para que la voz de los titulares de derechos – es decir los niños, niñas y adolescentes – ingresara al Comité con su experiencia y mirada anhelante de ejercicio efectivo de sus derechos.

Por otra parte, la ampliación de la visibilidad del Comité en la Región Latinoamericana se ha ido instalando con mayor frecuencia y naturalidad, no sólo en la presencia de sus miembros, sino además en su actitud comprometida con temas críticos que caracterizan el cuadro de condicionantes, amenazas, violaciones y peligros para los derechos de los niños.

Sin duda enfrentar la pobreza, la desigualdad y la violencia no sólo en sus efectos sobre la niñez y la adolescencia, sino identificando las causas que las generan, incidiendo sobre ellas y dando seguimiento a las Recomendaciones marcan uno de los datos principales de este tiempo del Comité.

En tal sentido, se deberá ampliar la inversión pública en el máximo de los recursos disponibles incluyendo la cooperación internacional y efectuar las transformaciones institucionales destinadas a garantizar los derechos económicos, sociales y culturales. Grandes desafíos tienen por delante los Estados Parte y este Organismo de Naciones Unidas para consolidar y profundizar este camino.

No podría concluir estas líneas sin expresar mi profundo reconocimiento a todas las organizaciones nacionales e internacionales o a quienes a título personal se expresaron o movilizaron peticionando al Gobierno Argentino la revisión de la medida por la cual la Cancillería argentina dejó sin efecto la presentación de la candidatura para un nuevo mandato.

Al cumplirse este ciclo en el Comité percibo el valor de haber transitado de manera colectiva el espíritu transformador que nos propone la Convención. Ser parte de un nuevo contrato social entre los Estados, las sociedades y sus niños implica no sólo señalar lo que se ha construido hasta el momento, sino lo que queda por avanzar para hacer efectivo los derechos.

Por último, deseo expresar fervientemente la voluntad de continuar el largo y luminoso camino de construcción de los derechos humanos y de los niños en particular, poniendo para tal fin la modesta experiencia acumulada y el compromiso invariable con la aplicación de la Convención de los Derechos del Niño.

El fortalecimiento de las instituciones democráticas, la fuerza de los movimientos sociales incluyendo muy especialmente las organizaciones de niños, niñas y adolescentes y el desarrollo de nuevos espacios participativos de construcción de derechos, conforman la plataforma básica desde la que debemos continuar y profundizar la tarea emprendida por la plena vigencia de los derechos humanos de los niños, niñas y adolescentes.

Bajo cualquier circunstancia siempre nos encontraremos en este camino.

Afectuosamente

Dr. Norberto Liwski
Miembro Vicepresidente Comité de los Derechos del Niño
Naciones Unidas
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