Di que no a “Di que no”: Investigación sobre juventudes y privacidad en América

Este post es una contribución de Mariel García Montes, constructora de capacidad técnica e investigadora de juventudes, medios y privacidad en el Berkman Klein Center for Internet and Society en la Universidad de Harvard.


 

La descripción oficial del trabajo que llevé a cabo en los primeros cinco años de mi carrera es “construcción de capacidades tecnológicas” en organizaciones de sociedad civil en México y América Latina; una posición desde la que pude atestiguar las relaciones entre tecnología y sociedad de distintos grupos de interés. Es así que encontré por primera vez fuertes tensiones entre las organizaciones de juventudes y niñez y aquéllas que trabajan más ampliamente en el campo de derechos digitales. Estas tensiones inspiraron la investigación que comparto en este texto.

Las tensiones

Vi a organizaciones de juventudes y niñez abogar por regulación y por el aumento de capacidad de vigilancia para proteger a las y los menores en internet, mientras que las organizaciones de derechos digitales mostraban las maneras en que esta infraestructura no sólo no traería los resultados prometidos, sino que también sería utilizada para silenciar a disidentes y dañar a activistas.

Aunque no hay mucha evidencia organizacional de este antagonismo, una de las personas que entrevisté para mi investigación, Mariana Valente de InternetLab, una organización de investigación en Brasil, articuló dos elementos de esta tensión de manera muy elocuente:

“Hace algunos años, cuando estábamos empezando a hablar de los derechos digitales, y el papel de la mayoría de la sociedad civil era defender la libertad de expresión y el derecho a la privacidad en internet, era como si no se pudiera entender al otro lado de la mesa: la policía ocupada en casos de pornografía infantil. Por una parte, se trataba de la persecución de crimes en internet, el lado de la policía. Por otra, las organizaciones de la sociedad civil trataban de mostrar que internet no era sólo crímenes; que, al contrario, era un espacio para el disfrute de derechos. Hablar de derechos de la niñez era una manera de traer políticas autoritarias a la internet.”

Es fácil conceder que lo que las organizaciones de derechos digitales perciben como una agenda autoritaria fue concebido por adultos bien intencionados que querían proteger a la niñez. Sus mensajes se sostenían sobre discurso como mucho ojo, di que no, piensa antes de sextear. Pero me preguntaba: ¿Será que estos mensajes de prohibición son la única manera de pensar en juventudes y privacidad en línea, o hay otros marcos de referencia y programas que podríamos aprovechar para avanzar las agendas de derechos de la niñez y de derechos digitales más ampliamente?

Preservando la agencia infantil

Ya sea que nuestro trabajo esté en la construcción de capacidades técnicas, la creación de contenidos de medios o la investigación, si nos comprometemos con la desmantelación de las opresiones, debemos trabajar en iniciativas en las que se reconozca a las y los jóvenes como sujetos con necesidades particulares de su etapa de desarrollo, pero también como personas con agencia. No necesitamos quitarles opciones. Necesitamos iniciativas en las que las y los jóvenes sean vistos no sólo como ciudadanos potenciales sino como sujetos de derechos hoy.

Estos derechos incluyen el derecho a la seguridad, a la privacidad y a la salud sexual y reproductiva. Necesitamos cambiar el enfoque de las acciones individuales a las responsabilidades colectivas y entender las operaciones de las compañías y los reguladores que rodean a los jóvenes en todas las brechas de sus datos personales. Necesitamos trabajar por un mundo en el que la tecnología, la regulación y las prácticas estén alineadas con los derechos humanos, incluyendo los de la niñez y las juventudes; y especialmente con los de los individuos que han sido marginados y que se han vuelto sujetos de vigilancia mediante las estructuras construidas con el pretexto de “proteger a los jóvenes”.

Con esta visión en mente, entrevisté a dieciocho organizaciones en doce países de América, de Canadá a Argentina. Las organizaciones participantes mostraron ejempos buenos de trabajo por la privacidad que promueve agencia, es interseccional, se basa en derechos y enfatiza la responsabilidad colectiva.

Distintos métodos

El trabajo basado en la agencia promueve la toma de decisiones por parte de las juventudes. Y una de las maneras en que las organizaciones llevan a cabo este compromiso es el codiseño, una metodología de desarrollo participativo que permite involucrar a la niñez en el proceso de creación. También lo hacen a través del involucramiento institucional de jóvenes. Los talleres de diseño especulativo de Faro Digital en Argentina logran que las y los estudiantes puedan identificar problemas y proponer soluciones a las tecnologías en sus vidas diarias, lo que permite conversaciones sobre privacidad y seguridad, incluyendo temas como sexting, bullying y grooming. eQuality Project en la Universidad de Ottawa tiene una mesa consultiva de jóvenes, la cual está guiada por principios de acción bien ponderados. De manera similar,  Hiperderecho en Perú tiene una liga juvenil.

El trabajo interseccional se enfoca en las y los jóvenes que han sido más dañados por el sistema, y apoya sus formas creativas de resistencia. En temas de género, TEDIC hizo un taller de seguridad digital con jóvenes trans en Paraguay para comprender las implicaciones de las políticas de nombre real en redes sociales y las aplicaciones para encuentros casuales; Faro Digital y Pensamiento Colectivo promueven discusiones sobre las implicaciones de género del sexting en Argentina y Uruguay. En temas de clase social, la investigación de Derechos Digitales mostró divisiones de clase en comportamientos de privacidad entre niños en Brasil.

El trabajo basado en derechos requiere que analicemos las estructuras técnicas, políticas (¡y organizacionales!) a través del lente de los derechos de la niñez; las implicaciones de la legislación y la práctica judicial según afectan a niños y jóvenes. Este trabajo está presente en la investigación de Derechos Digitales y Datos Protegidos para comprender las prácticas de privacidad juvenil para abogar por su inclusión en la legislación de protección de datos en Chile, lo que mostró la importancia de expandir conocimiento entre jóvenes sobre los conceptos de datos personales y consentimiento. En México, este trabajo es visible en los esfuerzos de Artículo 12 por promover lenguaje para jóvenes en los avisos de privacidad.

Finalmente, la responsabilidad colectiva es una respuesta al discurso que culpa a las víctimas. No se trata sólo de dar consejos a padres o niños sobre comportamientos individuales, sino de contemplar también las estructuras alrededor de ellos. Algunos esfuerzos enfatizan el papel de las estructuras sociotécnicas, como las campañas de TEDIC sobre vigilancia de Estado y corporativa en Paraguay, y la intermediación de iCanHelpline y Safernet entre compañías de redes sociales y usuarios a través de las líneas de ayuda que proveen. Algunos también promueven el diálogo intergeneracional, como podemos ver en las capacitaciones que hace Red PaPaz para padres sobre las maneras en que pueden hablar con sus hijos sobre tecnología.

Redifiniendo la agenda

Continuar a abogar por los derechos de las juventudes desde una perspectiva proteccionista que no contempla la agencia puede ser bien intencionado, pero puede ser inefectivo y dañino. La protección ha sido particularmente dañina para jóvenes que han sido marginados en términos de raza, identidad de género, orientación sexual, clase social y otros ejes de poder. Los discursos individualistas ponen el peso de la acción sobre jóvenes que de por sí ya están en posiciones de marginación. Nuestra manera de lidiar con la dimensión sexual de estos temas tiene consecuencias de género, y pedir a las niñas que sean ellas quienes no suban sus contenidos se enmarca dentro de la cultura de culpar a las víctimas (como pedir a las mujeres que no usen minifalda).

En el futuro, espero continuar esta línea de investigación para buscar maneras de subsanar las brechas en el campo: la falta de unidad conceptual en las iniciativas de ciudadanía digital en la región, la falta de cooperación con el sistema de educación formal y la falta de evaluaciones de impacto externas en todas las intervenciones. También espero colaborar con organizaciones como CRIN para revitalizar las discusiones sobre derechos de la niñez y tecnología.

 


Para acceder (gratuitamente) a más información, puede visitar la página de la investigación de Mariel en el sitio de MIT Comparative Media Studies.

 
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