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En junio de 2010, los miembros de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) iniciarán las conversaciones formales relativas a un posible nuevo instrumento mundial para garantizar un trabajo decente a los trabajadores domésticos. Como organizaciones no gubernamentales nacionales, regionales e internacionales que trabajan para proteger y promover los derechos de los niños, instamos a los miembros de la OIT a que presten una consideración especial a la vulnerabilidad de los trabajadores domésticos infantiles en todo el mundo y a que adopten un convenio vinculante que garantice una protección especial para los menores. Los trabajadores domésticos infantiles: ¿quiénes son? Millones de niños1 en todo el mundo trabajan en hogares que no son el suyo, y se encargan de limpiar, lavar ropa y cocinar, entre otros quehaceres domésticos; del cuidado de los niños; de la jardinería; de los mandados; así como de otras tareas. Entre los trabajadores domésticos existen los niños que residen dentro y los que residen fuera del hogar del empleador; los que reciben remuneración por su trabajo y los que no, así como aquellos que son pagados en especie, con beneficios como la comida o el alojamiento. En muchos países, los trabajadores domésticos infantiles empiezan a trabajar desde los 12 años. Algunos incluso comienzan desde los seis. Son predominantemente niñas, aunque en algunos países hay un número significativo de niños empleados como trabajadores domésticos. La OIT estima que hay más niñas menores de dieciséis empleadas en el servicio doméstico que en cualquier otra categoría de trabajo infantil. 2 La vulnerabilidad específica de los trabajadores domésticos infantiles Pese a que contribuyen de manera importante al hogar de sus empleadores y a la economía mundial, los trabajadores domésticos figuran entre los más explotados y maltratados del mundo, debido a la continua discriminación, su exclusión de la legislación laboral, el aislamiento y la naturaleza invisible de su trabajo. Los niños se ven sometidos a un riesgo aún mayor por su corta edad, el desconocimiento de sus derechos, la separación de sus familias y la dependencia de su empleador. Aunque no todos los trabajadores domésticos infantiles padecen abusos o explotación, los menores que trabajan en este sector son particularmente vulnerables a la trata de seres humanos, los trabajos forzosos y a las peores formas de trabajo infantil, lo que hace que el trabajo doméstico constituya una de las formas de trabajo infantil más extendidas y una de las mayores formas potenciales de explotación que existen actualmente en el mundo. Invisibilidad, aislamiento y dependencia: muchos trabajadores domésticos infantiles viven en la residencia de su empleador, por lo que dependen altamente del mismo para cubrir sus necesidades básicas. Su libertad de movimiento, la posibilidad de contactar a sus familias o amigos, asistir a la escuela o acceder a servicios dependen a menudo exclusivamente del criterio de su empleador. Su aislamiento dificulta que puedan buscar ayuda o que otras personas detecten desde el exterior casos de abusos o explotación de trabajadores domésticos infantiles. Largas jornadas, sueldos bajos, poco descanso: el trabajo infantil doméstico se caracteriza con frecuencia por unas largas jornadas y la falta de días de descanso o vacaciones, así como por una baja remuneración. Los trabajadores domésticos infantiles trabajan a menudo por una fracción del salario mínimo, si es que reciben algún tipo de pago. Aquellos que viven con sus empleadores pueden estar "de guardia" 24 horas al día. Las largas jornadas de trabajo y el poco tiempo para el descanso, el recreo o la socialización tienen un impacto negativo sobre el desarrollo mental, físico, social e intelectual del menor. Peligros: la naturaleza del trabajo doméstico expone a los trabajadores domésticos infantiles a diversos peligros caseros. Muchos han sufrido lesiones graves por el uso de material o equipamiento peligroso, como cuchillos afilados, planchas calientes, agua hirviendo o electrodomésticos, o de productos químicos peligrosos, como la lejía, muy a menudo sin formación, ni ropa protectora. Cuando se requiere que realicen tareas especializadas, como el cuidado de niños o de ancianos, con muy poca formación, los menores pueden enfrentar con dificultad las constantes exigencias y responsabilidades. Los trabajadores domésticos infantiles reciben con frecuencia un tratamiento médico insuficiente o inadecuado cuando tienen problemas de salud. Abusos y violencia: los trabajadores domésticos infantiles son frecuentemente víctimas de violencia verbal, física y, en ocasiones, sexual. La violencia verbal reviste la forma de insultos, apodos ofensivos, amenazas, blasfemias y gritos. La violencia física puede incluir palizas, patadas, latigazos, pellizcos, trabajo excesivo y denegación de alimentos. Debido a la vulnerabilidad y al aislamiento de los menores, la violencia sexual es relativamente común. Los hombres o jóvenes de la casa pueden considerar a un trabajador doméstico infantil un blanco aceptable de acoso o violencia sexual. Con frecuencia, se echa de la casa a las menores que resultan embarazadas, quienes se ven obligadas a valerse por sí mismas en las calles, puesto que la vergüenza asociada a su situación dificulta su vuelta al hogar. Cuando se produce un caso de violencia, la dependencia que tiene el menor frente al empleador para cubrir sus necesidades básicas hace que sea aún más improbable su denuncia. Denegación de la educación: los estudios realizados muestran que los trabajadores domésticos infantiles consideran sumamente importante conseguir una educación. Para muchos la escolarización es un factor clave para su entrada en el servicio doméstico. Sin embargo, en la práctica muchos, por no decir la mayoría, de los trabajadores domésticos infantiles se ven privados de la oportunidad de asistir a la escuela. Incluso si el empleador no impide su asistencia, las largas jornadas y las exigencias del trabajo doméstico infantil dificultan sobremanera que puedan continuar con sus estudios. La falta de flexibilidad del sistema educativo formal puede constituir otro obstáculo, al que se añade la dificultad de costearse las cuotas, los libros, los uniformes o los gastos de transporte. Servidumbre doméstica: en casos extremos las condiciones y circunstancias del trabajo infantil doméstico pueden llegar a constituir trabajo forzoso. Muchos menores son víctimas de la trata de seres humanos para servidumbre doméstica y algunos están en una situación de servidumbre por deuda, forzados a trabajar para saldar un préstamo que los padres han recibido de su empleador. El fracaso de las normas internacionales existentes a la hora de proteger a los trabajadores domésticos infantiles Las normas internacionales existentes resultan insuficientes para proteger a los trabajadores domésticos infantiles frente a abusos y explotación. Los convenios existentes no abordan las circunstancias particulares de los trabajadores domésticos infantiles, las condiciones concretas en las que se realiza su trabajo, ni la vulnerabilidad específica frente a abusos y explotación que estas pueden acarrear. Aunque las disposiciones de muchos otros convenios de la OIT se aplican técnicamente a las formas más explotadoras de trabajo doméstico, el hecho de que se perciba tradicionalmente a los trabajadores domésticos como "ayudantes" más que "trabajadores" y que el empleo se ubique en hogares privados significa que, en la práctica, esas protecciones no se aplican a los trabajadores domésticos, entre ellos los niños. En muchos países, la legislación laboral nacional excluye a los trabajadores domésticos de sus protecciones. El Convenio 138 de la OIT sobre la edad mínima de admisión al empleo deja a los Estados ratificadores la posibilidad de excluir a los trabajadores domésticos infantiles de la legislación nacional relativa a la edad mínima. Igualmente, no hay ninguna referencia explícita a la situación de los trabajadores domésticos infantiles como causa especial de preocupación en el Convenio 182 de la OIT sobre las peores formas de trabajo infantil (ni en cualquier otra norma de la OIT), aunque la Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y Recomendaciones (CEACR) de la OIT ha expresado en repetidas ocasiones su preocupación frente a la situación de los trabajadores domésticos infantiles cuando ha revisado el cumplimiento del Convenio 182 por parte de los Estados. Los trabajadores domésticos infantiles necesitan leyes y normas eficaces, así como mecanismos de protección adaptados a la naturaleza singular de su trabajo y a sus necesidades especiales de protección. Recomendaciones: El proceso actual de la OIT para fijar una norma relativa a un trabajo decente para trabajadores domésticos representa una oportunidad histórica para que la comunidad internacional aborde la vulnerabilidad especial de los trabajadores domésticos infantiles y subsane las lagunas existentes en las normas internacionales. Los miembros de la OIT deben apoyar una serie de disposiciones claves en un nuevo convenio de la OIT que protejan a todos los trabajadores domésticos. De esta forma, también reforzarán las protecciones para los trabajadores domésticos infantiles. Dichas disposiciones deberían incluir: El convenio de la OIT también debe incluir disposiciones especiales para abordar la vulnerabilidad y los derechos singulares de los niños. Dichas disposiciones deben ser por lo menos tan favorables como las que se aplican a otros trabajadores infantiles de acuerdo con la legislación nacional y deberían incluir: 1 Menores de 18 años. 2 OIT, ¿Ayudantes o esclavos? Comprender el trabajo infantil doméstico y como intervenir, OIT/IPEC, (Ginebra, 2004) 3 Artículo 2.3: