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[11 de julio de 2006] – Cerca de dos mil representantes de gobiernos, de organizaciones internacionales y regionales y de la sociedad civil se reunieron entre 26 de junio y 7 de julio en la sed de la ONU, en Nueva York, con el objetivo de revisar el Programa de Acción de las Naciones Unidas para combatir el comercio ilícito de armas de fuego de pequeño calibre.
Integrantes de la organización Save the Children, Suecia, y del programa COAV de Viva Rio aprovecharon la oportunidad para sensibilizar la comunidad internacional para el problema de niños y jóvenes que actúan armados en pandillas y grupos criminosos en diversos países del mundo. El equipo COAV elaboró una cuartilla sobre la relación entre el comercio ilícito de armas ligeras y el involucramiento de niños y jóvenes en la violencia armada organizada. Armas ligeras en manos de niños
Para Clarissa Huguet, investigadora del programa COAV, el gran número de armas ligeras en circulación y el fácil acceso a ellas es factor determinante para que cada vez más jóvenes anden armados. “Las armas de calibre mayor generalmente son usadas por quienes ocupan cargos más altos en las facciones criminosas o pandillas”, explica.
La facilidad para obtener armas de fuego de pequeño calibre hace con que los jóvenes cooptados por organizaciones criminosas no apenas participen como auxiliares, pero actúen también como agentes de esa violencia y, por consecuencia, se conviertan en víctimas.
Entre 1978 y 2000, el municipio de Rio de Janeiro contabilizó 49.913 muertes por armas de fuego. Cerca de 70% de estas muertes tuvieran relación con disputas entre facciones criminosas que actúan en el tráfico de drogas, en donde entre 50% y 60% de los involucrados tiene menos de 18 años, de acuerdo con la investigación “Niños del Tráfico”, de Luke Dowdney.
Armas de fuego como sinónimo de status
Clarissa Huguet destacó que poseer un arma de fuego es sinónimo de status y garantiza al joven la sensación de pertenecer a algún grupo, lo que es fundamental para elevar su autoestima. Muchas veces creados en comunidades violentas y donde hay pocas oportunidades de ascender socialmente, el joven ve en los jefes armados del tráfico un ejemplo de éxito.
Para la investigadora, el problema podría ser minorizado si el Estado implementase medidas de prevención más eficientes. “Es necesario dar a estos jóvenes una perspectiva diferente de futuro”, afirma. “Es fundamental también que el Estatuto de Desarme sea cumplido, con policiamiento eficiente en las fronteras y mayor rigidez en el control de armas obtenidas legalmente”, agrega.
Según la Secretaría de Seguridad Pública de Río de Janeiro, en el año de 1960 la policía aprendió 844 armas de fuego en situación ilegal en el estado. En 1998, ese número ascendió para 10.017.
El Programa de Acción de la ONU fue adoptado en unanimidad por los países miembros en 2001 y se mantiene inclusive después de la Conferencia de Revisión. En Nueva York, no hubo consenso en la proposición de políticas globales para el control de armas ligeras y la posibilidad de acuerdos queda restricta a nivel regional.